Daniel Goleman defiende que en la empresa, cuando hablamos de
autocontrol emocional no estamos abogando, en modo alguno, por la
negación o represión de nuestros verdaderos sentimientos.
El "mal"
humor, por ejemplo, también tiene su utilidad; el enojo, la melancolía y
el miedo pueden llegar a ser fuentes de creatividad, energía y
comunicación; el enfado puede constituir una intensa fuente de
motivación, especialmente cuando surge de la necesidad de reparar una
injusticia o un abuso; el hecho de compartir la tristeza puede hacer que
las personas se sientan más unidas y la urgencia nacida de la ansiedad
—siempre que no llegue a atribularnos— puede alentar la creatividad.
También hay que decir que el autocontrol emocional no es lo mismo que el
exceso de control, es decir, la extinción de todo sentimiento
espontáneo que, obviamente, tiene un costo físico y mental. La gente que
sofoca sus sentimientos —especialmente cuando son muy negativos— eleva
su ritmo cardíaco, un síntoma inequívoco de hipertensión. Y cuando esta
represión emocion
al adquiere carácter crónico, puede llegar a bloquear
el funcionamiento del pensamiento, alterar las funciones intelectuales y
obstaculizar la interacción equilibrada con nuestros semejantes. Por el
contrario, la competencia emocional implica que tenemos la posibilidad
de elegir cómo expresar nuestros sentimientos.
OBJETIVOS DE NUESTRAS EMOCIONES BÁSICAS:
Miedo: el objetivo es la protección y el cuidado.
Afecto: el objetivo es la vinculación.
Tristeza: el objetivo es el retiro. Cuando sentimos tristeza nuestro organismo nos está diciendo "retírate de ahí y vuelve a estar contigo".
Enojo: el objetivo es la defensa.
Alegría: su objetivo es la vivificación. Viene a ser la batería de nuestra existencia.
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