marzo 20, 2009

El trauma de una crisis


“Esto también pasará
Ante una crisis pretendemos mucho más que el alivio o la curación.

Muchas veces ha sido dificilísimo expresar esta verdad psicológica sin que parezca ofensivo a alguien que está sufriendo el trauma de una crisis. Casi nadie quiere “crecer” ni “superar”: queremos que nuestra hija vuelva a vivir, que nuestro cónyuge regrese a casa, que nuestro jefe nos dé otra oportunidad, que el médico diga que cometió un error...

En otras palabras: deseamos lo que perdimos, no algo nuevo, por más atractivo que sea.

Este hecho real y esperanzado inherente a la crisis es lo que llamamos “el factor fénix”. El fénix de la mitología era un ave extraordinaria que vivía mil años y moría entre las llamas. Al quemarse la pira funeraria, el fénix sufría una transformación mágica: en lugar de consumirse, se levantaba de las llamas, renacido, más bello que nunca, para vivir otros mil años.
Es verdad que la crisis puede conducir al desastre, pero también puede hacerlo hacia el renacimiento y el desarrollo personal. ¿Qué es lo que hace que una crisis cause gran daño inmediato o problemas psicológicos mediatos pero también que conduzca al renacimiento, el desarrollo y la madurez?

La diferencia radica en saber cómo capitalizar positivamente una crisis, en controlar el acontecimiento y encauzarlo e manera que sirva para el desarrollo. El factor fénix está presente en toda situación crítica, pero hay que saber cómo usarlo.

No sólo puede hacerse: usted puede hacerlo. Quizá no en forma simple e indolora, pero con la comprensión de la naturaleza de la crisis y el conocimiento de las técnicas que lo ayuden, usted puede lograr que la crisis no sólo no le hago daño sino que lo mejore. Como el ave fénix, usted puede resurgir de las cenizas y volver a vivir; puede renacer más fuerte, más maduro, con mayor control sobre su vida del que creyó posible.

LA BOMBA DE LA CRISIS
La crisis es una bomba que explota en su vida y la destroza. Más científicamente, la crisis es un estado de extrema alteración emocional instigada por algún acontecimiento terrible.
El caos, la desesperación y el dolor no se materializan de la nada; los produce una experiencia determinada, ya sea la pérdida de una persona querida, ser despedido del trabajo, saber que se tiene cáncer o mudarse del sur al norte.

Algunos acontecimientos son universalmente devastadores y casi siempre ocasionan una crisis. La muerte de un hijo, por ejemplo.

Otras experiencias son más sutiles. El acontecimiento desencadenante puede ser de importancia relativamente pequeña, pero sumado a otras situaciones productoras de estrés, ocasiona la crisis.
La gota de agua...
Un hecho real es que la crisis siempre está originada por un acontecimiento: repentino y grave (como la violación, una muerte inesperada, un desastre natural) o sutil (como cumplir cuarenta años, mudarse a otra ciudad, cambiar de empleo).

Los acontecimientos que ocasionan crisis pertenecen a tres categorías:
1. Puede ser una pérdida de algo o de alguien. Si mi hijo muere, mi esposa me abandona, se nota la pérdida física. Pero también puede perderse la autoestima o el sueño de toda la vida o alguna posesión intangible.
2. El acontecimiento puede ser una amenaza al orden establecido en nuestra vida. Ser despedido de un empleo importante puede amenazar un estilo de vida en el que se acostumbra tener gustos caros y podría, ese suceso, desencadenar una crisis.
3· El suceso puede representar un desafío para el cual no estamos preparados. Y eso explica por qué hay acontecimientos positivos que resultan potenciales productores de crisis.
Para comprender una crisis usted debe buscar más allá del acontecimiento desencadenante para saber qué significado tiene para usted, para determinar cómo lo percibe:1.¿Es una amenaza? 2.¿Representa una pérdida? 3.¿Es un desafío para hacer frente al cual usted no está preparado?

La crisis se resuelve de alguna de estas tres formas: muerte, debilitamiento o crecimiento.

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