septiembre 14, 2012

Elijamos el estado del cerebro adecuado para el trabajo


El cerebro es como un instrumento que puede ajustarse, algo así como afinar una guitarra.

Los científicos cognitivos nos dicen que el cerebro tiene un estado muy diferente al leer la letra pequeña de un contrato que al dar con un nombre inteligente para nuestro negocio, por ejemplo.

Nuestras emociones son el teclado tocamos en la afinación de nuestros cerebros.

Nuestros estados de ánimo positivos nos favorecen para dar con nuevas ideas, resolver problemas y tomar decisiones.

En el lado negativo, sin embargo, los estados de ánimo alegres nos hacen un poco más crédulos, por el debilitamiento de nuestra capacidad para detectar los puntos débiles del argumento de alguien.Somos más propensos a tomar decisiones rápidas que podemos lamentar más adelante. Y somos menos cuidadosos en prestar atención a los detalles en las tareas.

La ventaja de estar abajo, o por lo menos sombríos: nos es más fácil centrarnos en los detalles que omitimos o ignoramos,  es bueno para antes de leer contratos.

Algunos otros beneficios a los estados de ánimo agrio: somos más escépticos, y por lo tanto menos propensos a confiar en la palabra de alguien incluso de un experto. Tenemos más preguntas para llegar a nuestra conclusión independiente.

Luego está la ira. Aristóteles escribió: "Cualquiera puede enfadarse, eso es fácil. Pero enojarse de la manera correcta, por la razón correcta, en el momento adecuado, y con  la persona correcta, eso no es tan fácil."

La ira, que tan fácilmente puede llevarnos a hacer o decir algo que lamentaremos más adelante tiene sus virtudes. Si somos capaces de canalizar la ira, aumenta nuestra energía y nos centra en cambiar las cosas para mejor.

Algunos aspectos negativos de la ira son obvios, como la toxicidad que ponemos en el aire ante quienes nos rodean. Sin embargo, algunos costos son más sutiles: la ira nos hace pesimistas, y por lo tanto más propensos a abandonar en lugar de seguir intentándolo después de algún contratiempo. Contamos con un sesgo negativo implícito hacia todo lo que vemos, y  nuestros juicios tomar un giro negativo.

Y luego está el problema de que nuestras emociones son contagiosas, por lo que si estamos de mal humor en la oficina,  no sólo podemos arruinar a todos los demás, sino también nuestra eficacia.